Me encontré con cosas singulares, lo primero fue a un viejo colega, El Hombre que carga una rana en la espalda (o 'Fabián' pa' los cuates), quien se dedica a adquirir cosas contrabandeadas. En esta ocasión vi cómo lo timaban pues compró un CD con "lo último del reggae" y traía temas como el siguiente:
sí.... lo último del reggae...
Luego tuve la intención de visitar a Beatríz quien mandaría un recado a Dante, sin embargo una llamada de último momento me obligó a darle nuevas órdenes a Rabita: ¡¡todo a estribor!!
Nuestro nuevo rumbo nos llevó a unos funerales. Los de la Mamá Grande se quedan cortos, creáneme y hasta hoy sigue habiendo comida, bebida y rosarios por esa persona a quien ya no alcanzamos a ver respirar. Rabita se perdió por muchas horas, luego supe que se quedó jugando naipes con los enterradores lugareños.
Mientras, yo bebí licor de "raíces del Perú", comí chicharrón y frijoles y además ayudé a cargar 300 panes para los ahí congregados, todo ésto mientras aprendía albures con uno de los más afectados por la pérdida.
La madrugada nos alcanzó y el licor de anís (con más albures incluídos), el café, los cantos y oraciones se mezclaron con las historias, los recuerdos, las vivencias... todo para desembocar en alguna frase que llamó mi atención:
"mi padre era fanático de los funerales, porque decía que se divertía más que en las propias fiestas... hacían juegos y a veces se ponía medio macabro el asunto..."
Al día siguiente mientras se removía la tierra donde sería la última morada de nuestra recordada, un sacerdote nos daba explicación sobre el Evangelio leído, ese mismo sacerdote del cual horas antes escuché se exclamaba:
"¿y tenemos que ir por él? pero... es él quien quiere dar su misa, yo no... y encima hay que ir hasta su casita..."
Ya en el cementerio no pude evitar recordar al maestro Sabines:
Un "hasta pronto" cerró la oquedad en la tierra... y regresé a la Congregación de los Milagros, sólo para ver que una nueva misión me esperaba.
De regreso no pude evitar ver los escritos de un burlador ... nada como una lectura ligera para terminar el día.
Diantres... he perdido a Rabita... (de nuevo)
- Pero, entonces, si el Cielo es en verdad como me lo acabas de describir no tendría por qué preocuparme por mi muerte ni por la de las personas que quiero ¿o sí, doctor?
- Pues no, tendrías que mejor seguirte ocupando en la vida que aún te queda...
- ... católicos ...
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