Durante este semestre, en la clase de humanidades, tocó leer algo acerca de nuestro buen amigo Leonardo Booooff
El libro fue "Los Sacramentos de la Vida" y se comentó sobre la famosa Teoría de la Liberación... encontré, en el sitio de El Valedor estas reflexiones sobre el tema y me parecieron interesantes. Aquí se las comparto:
La Teología de la Liberación
(Posted by Tomás Mojarro on Noviembre 19th, 2008)
La buena nueva, mis valedores, que tal significa el Evangelio. En el atroz calendario de malas noticias para el país, una que para mí resulta alentadora: según Elio Masferrer, especialista en temas de política y religión, resurge en México la Teología de la Liberación. Y es que en tiempos de Juan Pablo II, con Ratzinger el inquisidor motejándolos de pseudo-teólogos, muchos sacerdotes de tal tendencia religiosa fueron afectados: el brasileño Leonardo Boff, el peruano Gustavo Gutiérrez, y Helder Cámara, Ernesto Cardenal, Casaldáliga, Samuel Ruiz, Raúl Vera y tantos más. Siniestro.
Por que nos quede claro ese retorno a la palabra viva del Evangelio que los satanizados del inquisidor han proclamado en esta nuestra América mestiza “que aún reza a Jesucristo y aún habla en español” (esto con sus asegunes), aquí sintetizo voces, historia, mensajes, definiciones del Evangelio, la buena nueva.
Que esa corriente evangélica nace después del fracaso del desarrollismo (años 50) que tantas expectativas produjera en tantos. Que es entonces cuando el subdesarrollo de los pueblos pobres, como un hecho global, aparece en su verdadera faz: como el subproducto histórico del desarrollo de otros países. La dinámica de la economía capitalista lleva al establecimiento de un centro y una periferia, y simultáneamente genera progreso y riqueza creciente para los menos y desequilibrios sociales, tensiones políticas y pobreza para los más. Campo abonado para la nueva catequesis, porque, asegura el teólogo:
“Caracterizar a América latina como un continente dominado y oprimido conduce, naturalmente, a hablar de liberación y, sobre todo, a participar en el proceso que lleva a ella De hecho, se trata de un término que expresa una nueva postura del hombre latinoamericano”.Liberación. Surge, por un lado, el foquismo guerrillero, que a corto plazo pretende movilizar a las masas. Fracaso total. Dígalo, ni no, la estrategia de Ernesto Guevara, el símbolo. Se intenta, por otro lado, la tan cuestionable “vía electoral”. Nada Tampoco. Otra opción:
Sacerdotes y religiosos, en proporción cada vez mayor, buscan participar de manera más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia. Buscan que ésta rompa sus solidaridades con un orden injusto y que, en una renovada fidelidad al Señor que la convoca y al evangelio que ella predica, comprometa su suerte con la de aquellos que sufren miseria y despojo. “Por eso es prioridad separar la Iglesia del Estado, para liberarla de las ataduras temporales y de la imagen que da de su vinculación con el poder. La hará más libre de compromisos, más apta para hablar, mostrará con ello que, para realizar su misión, confía más en la fuerza del Señor que en la fuerza del poder, y podrá encontrar la única vinculación terrena que le corresponde: la comunión con los desheredados de nuestro país, sus inquietudes y sus luchas”.
Pues sí, pero tal apostolado empuja a los teólogos a la fricción, la confrontación con inquisidores y nuncios apostólicos, situación que tiende a agravarse porque, asegura el teólogo, “consideramos un derecho y un deber denunciar como señales del mal y del pecado la injusticia salarial, las privatizaciones del pan cotidiano, la explotación del pobre y de la nación, la opresión de la libertad. Un hombre nuevo y una nueva sociedad no pueden buscarse a través de vías capitalistas, porque los móviles inherentes a todo tipo de capitalismo son el lucro privado y la propiedad privada para el lucro”. (Con semejantes conceptos cómo no ser satanizados por el alto clero político.)
Y que en el momento en que un sistema deja de asegurar el bien común en beneficio del interés de unos cuantos, la Iglesia no sólo debe denunciar la injusticia, sino además separarse del sistema inicuo.
- Nadie debe dejarse intimidar por aquellos que, aparentemente celosos por la “pureza” y la “dignidad” de la acción sacerdotal religiosa tachan de “política” tal intervención de la Iglesia. Con frecuencia tan falso celo encubre la intención de imponer la ley del silencio cuando urge, por el contrario, prestarles voz a quienes sufren la injusticia y es apremiante desarrollar la responsabilidad social y política del pueblo de Dios…
Porque es el mismo Dios quien envía a su Hijo para que hecho carne venga a liberar a todos los hombres de todas las esclavitudes a que les tienen sujetos el pecado, la injusticia y el odio, la ignorancia, el hambre, la ignorancia, la miseria y la opresión.
Y de repente: ¡Ratzinger papa, Dios! (Seguiré con el tema)