Cuando más apartado me sentía del mundo real, justo cuando mis pasos se dirigían hacia ese desierto inmenso que sólo traería consigo más soledad, en ese momento llegaste.
Y a pesar de tantos días sin un rumbo fijo, alejado de mi nave, con sed, hambre y sueño te conocí.
Entonces sucedió...
Me diste de beber de tu dulce fuente.
Has nutrido cada célula moribunda que tengo disponible.
Eres mi lecho de descanso eterno.
Desde mis cenizas... te recibo con el calor que emana de la pira que tengo por corazón.
Bienvenida a mi vida, bienvenida a mi CAOS.
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