martes, 26 de abril de 2011

Defensas Bajas (1)

  Esta es la historia de un mono. Como cualquiera, como ninguno.


Su pasado se pierde entre tantos chismes de barrio, entre tantas historias que se dicen más para llamar la atención que para contar la verdad.

 - Es hijo de la comadre de una tía suya - me afirmó una rolliza vendedora de tamales a quien, luego de comprarle una clásica 'guajolota', le pregunté sobre los orígenes de este personaje.

  Otro más afirmaría que fue obra sobrenatural. Alguna historia que implicaba a la Inquisición y hogueras trataba de aclarar cómo había llegado al pueblo. Ese mismo pueblo desde donde había tenido noticias sobre un mono sabio, devoto a la fe del lugar, con vida y obra (oficialmente) intachables. Con seguidores y detractores por igual. Me interesó conocerle, sobre todo porque, según llegó la información a mis oidos, conocía nuevas formas de transmutar el Oxido de Nitrógeno a partir de una pequeña muestra de aire. En palabras llanas, se decía que había alcanzado la felicidad extrema en muy poco tiempo y me interesó conocer su método para llegar a algo que ha llenado tantas páginas en toda la historia del hombre.

Antes de ir a conocerle en persona fui a investigarlo directamente con las personas que lo habían conocido. Y en primer lugar fui con aquellos de sus más cercanos seguidores. Ellos me aseguraron que no encontraría mejor docente en toda la zona

 "Es un mono que lo da todo por sus pupilos... dejó su hogar, dejó sus comodidades y su estilo de vida, por estar cerca de aquellos a los que enseña. Y todo sin pedir ni un ápice a cambio". Me diría una de sus más adelantadas estudiantes.

  "Llegó al pueblo para inyectarnos vida y energías nuevas. Ha sido una bendición del Cielo, del Creador". Me afirmaría el sacerdote mayor de la comunidad. Aunque con pinzas se debe tomar la opinión de la gente, aunque sea de la gente de hábitos.

 Pero también encontré opiniones diferentes. Personas descontentas con su labor.

  "Aquí sólo llegó para quedarse con las mujeres jóvenes del pueblo", gruñó un joven estudiante de la comunidad. Otro agregaría que él y su camarilla lo único que hacían era llenarse de vicios y aparecer ante los demás como aquel que arreglaría sus problemas.


  Nada me conducía a saber lo que en verdad pasaba.

  La solución únicamente se podría comprobar con el famoso "método de la viejita": a prueba y error.

  Así que me encaminé a la morada del Mico, de "El Maestro", como se referían a él sus más íntimos.

    ....
      Y no sabía lo que me encontraría...

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