Fuimos de plaza en plaza hasta llegar a un lugar en donde una señora policía nos preguntó si queríamos entrar, respondimos que sí y nos pidió una identificación.
Luego nos preguntaría: ¿y a dónde van?
Y nosotros: ... pues no sabemos... vámos a conocer...
Y con una cara de interrogación ("no saben a dónde van pero quieren entrar...") nos dejó pasar, sólo para encontrarnos con los murales de Diego Rivera:
El edificio además nos mostró piezas arquitectónicas que fueron admiradas por un par de pasantes de arquitecto e ingeniero:
La diferencia entre pasado y presente en las piezas escultóricas es muy notable...
Y el Benemérito de las Américas nos recibió desde su recinto techado. ¡Saludo militar!
Y el lugar está repleto de gatos, una tras otro desfilaron frente a nosotros. Este fue el más amistoso de todos.
Y ya de salida... ¡claro! ahora sabemos dónde estuvimos.
Nos despedimos del Centro con la bandera a nuestras espaldas
Y también con el contador que anuncia cuánto falta para el famoso Bicentenario de la Independencia:
Ya para el retorno, en el metro, nos encontramos con las ya clasicas maquetas del Centro, a través, de la historia.
Época Prehispánica
siendo recorrido por los tranvías.
Y para refrescar a los usuarios estos 'humidificadores' que escupen alguna sustancia que intenta ser agua... la gente se ponía bajo ellos para aliviar el calor veraniego. Pero... a nosotros no nos dió confianza.
Creo que nunca disfruté tanto una salida cultural al Centro cuando me enviaban de la escuela como lo hice el día de hoy. Es una lástima porque debía hacerlo desde párvulo, pero nunca es tarde. Y además aprendí que la buena compañía y la amistad tienen un color café y se mueve de una forma muy real.
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