viernes, 11 de junio de 2010

Yo no lo quería creer

... pero la IRONÍA existe...



   Servicio Social. "Se entiende como la prestación obligatoria de realizar actividades temporales en beneficio de la sociedad, mismas que ejecutará el estudiante de una carrera profesional o técnica, con la finalidad de aplicar los conocimientos teóricos que obtenga durante su formación académica."


  Es decir, trabajar sin paga... y antes de realizar tal cosa me dispuse a ver en dónde condenado lugar podría cumplir con este requisito, indispensable para ostentar el título de maestro pokémon.


  Entonces me dirigí a uno de los pocos lugares en donde la responsable alguna vez me había dicho "ven, cuando quieras hacer tu servicio, aquí seguro entras". Estas palabras que en ese momento generaron confianza y hasta cierto alivio al saber que tendría un lugar CASI seguro en donde refugiarme. Así pues me dirigí al H. Departamento de Promoción de mi aún más H. Universidad en busca de esta personita a quien, por honor a la sátira llamaremos G. Olivares.


  El edificio donde se encuentra éste y otros departamentos es una estructura bastante popof y ahí se concentran muchas personas fresitas... primer error, dado que no concuerdo con tal forma de ser.


  Llegué pues al mencionado departamento en busca de G. Olivares, quien en otro tiempo había sido una aliada cuando necesité recuerditos (plumas y fólders) para los monitos que vendrían de todas partes del país a una "reunión estudiantil", en donde lo más memorable es la noche del antro... no lo que se dice en pro de la educación de los profesionales de la industria, no de la industria y mucho menos del maestro de ceremonias de dicho evento.


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  Al iniciar el año, mientras realizaba un experimento tras otro con mi carbón activado y manchaba todo a mi paso con azul de metileno, me topé (de manera fortuita) con la señora responsable de lo académico acá en la Facultad de Ciencias Químicas; ella siempre con su olor a perfume maderoso, con sus lentes para vista cansada, cabello rubio teñido, verrugas en el cuello y su particular afición a los jueves de "ladys night" que me he enterado se organizan entre las solteronas de estos rumbos. Ese peculiar perfume fue lo primero con lo que me topé aquel lunes cualquiera de enero, seguido de una taza de café en la mano diestra y una sonrisilla que intentaba ser cómplice.


 - Mi estimado joven, amo de los carbones. ¡Pero qué gusto me da verlo!
 - Mi estimada maestra - intenté acercarme a saludarla pero ese aroma a ocote actuó como repelente a mi olfato, además llevaba yo un garrafón de agua destilada- ¿cómo le va, qué dice?
  - Pues ando aquí en una misión que me ha resultado difícil... ando buscando a un profesional. Uno con cierta experiencia en hablar en público.
  - ¿Ah sí? - contesté sin preocupación alguna, pues sabía no cumplía con tal requisito, digo, haber dado el discurso de despédida de la generación no contaba como "con cierta experiencia en hablar en público". Máxime cuando me equivoqué y estoy seguro que ya nadie recuerda lo que dije - Y ¿en quién ha pensado? - interrogué a la mujer de vista cansada sin ánimos de escuchar lo que me diría a continuación.
 - Precisamente me dirigía a su laboratorio a buscarle a usted. Verá, es un trabajo sencillo, en realidad para el Departamento de Promoción Universitaria - dió un sorbo a su café, aún humeante - es algo limpio: ir a hablar sobre su carrera y, a la par, hablar sobre nuestra universidad, exaltanto los valores y la misión de ésta.
 - Vaya... para Promoción Universitaria... - respondí mientras recordaba...
 - Si acepta, el jueves a las 7 am (con puntualidad británica) le esperará un transporte que lo llevará a la escuela en donde se desarrollará el congreso de profesiones, será un magno evento, sé usted encajaría a la perfección. La verdad no tendría que pedírselo si no fuera porque G. Olivares, la encargada de asistir a este tipo de eventos, se cayó de un pony en una carrera y se lastimó las caderas. ¿Irá usted a hablar, entonces?


  Luego de un momento en el que no pude evitar visualizar a los ponys respondí.


 - Hablaré.


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 Me pregunté qué hacía allí, al ver la vestimenta, la forma de andar, las risitas hipócritas y las miraditas que se echaban unos a otros. Un espectáculo que me dio náuseas...


  - ¿Buscas a alguien? - me preguntó la que parecía ser la recepcionista del lugar.
  - Sí - dije, mientras intentaba regresar de mis mareos mentales - a G. Olivares
  - Ahhh - soltó en un tono realmente estúpido - sí, sí, G. Pasa a esa puerta del fondo, ahora la llamo e irá contigo en seguida.


  Entré así al cuartito del fondo. . Pensando en que no había comido y había galletas a la mano en ese lugar.


  Luego de unos minutos, en los que calmé un poco la sensación de hambruna con lo que había en ese sitio que intentaba pasar por sala de juntas, la puerta se abrió y entró G. Olivares con una sonrisilla que intentaba ser cómplice.


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 - ¿Cómo te fue? - preguntó Betsy, la jefa del proyecto carbonífero, apenas llegué de mi más reciente misión.
- Estuvo interesante, esta vez un poco más, pues me encontré a un doctor egresado de estas instalaciones y me dió su tarjeta, tal vez sus datos te puedan servir para traerle a dar conferencias. Además en esta ocasión nos dieron un pequeño refrigerio a los conferencistas, no como la vez anterior (¿o fue la anterior a esa?) en donde ni las gracias nos dieron.

  Hace mucho que me pedían fuera a cubrir a G. Olivares en aquellos menesteres de la Promoción Universitaria. Sus heridas no sanaban del todo y una intervención quirúrgica tras otra siguieron luego de la primera vez que la mujer con perfumes maderosos me pidió fuera a una escuela a hablar sobre mi profesión.

 - Espero G. Olivares se mejore pronto, el proyecto carbonífero se está atrasando un poco cada vez que me mandan a esos sitios - dije, luego de contarle los pormenores de mi entrevista con el doctorcillo al que me había encontrado.

 - Ahh, qué bueno que te guste ir a hacerle promoción a la escuela que te dará renombre una vez termines esto de los carboncillos - dijo mi jefa, al parecer haciendo caso omiso a mi esperanza de que la tal Olivares regresara a sus labores diarias - ¡qué bueno que te guste! - repitió emocionada como una niña pequeña que acaba de encontrar los regalos de navidad bajo el árbol - porque... tenemos otra misión para ti.

  En esta ocasión se trataba de prepara una clase abierta a jóvenes interesados en seguir esta apasionante carrera; una clase de destilación. Me dediqué algunos días a hacer una presentación y mi maestro Jedi me daba consejos de "cómo sobrevivir a los chavos de prepa".

...

  He pasado casi medio año de mi existencia haciendo promoción... de haber sabido me metía a Promoción Universitaria a hacer ahí el servicio social... pero... un momento... mmmm....

  Sí... le he salvado el trasero a G. Olivares por más de medio año....

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  G. Olivares me ofreció galletas, mismas que tuve que rechazar pues ya había tomado suficientes y nunca han sido de mi completo agrado esas cosas harinosas. Al parecer no había notado que sus reservas habían sido atacadas por este estudiante que ya casi se saboreaba estar allí, en ese H. Departamento de Promoción Universitaria, comiendo las galletitas que estaban destinadas a los visitantes.

  Se sentó frente a mi y su sonrisilla cambió tan rápido que pensé nunca la había tenido, que sólo había sido un engaño de mi mente. Pero ¿lo había sido?

- He visto tu desempeño y he analizado tus horarios. ¡Son perfectos para nuestras labores! - una vez más saboreaba comer galletas de esa lugar - serías un digno representante de la Universidad en este departamento. Las refetencias de tus maestros son impecables. No podría encontrar a alguien mejor para estar con nosotros...

 ¿Entonces por qué perdió esa sonrisilla? ¿Fue mi imaginación?... aahh, estoy siendo paranóico.

 - Sin embargo - ejem... no era paranoia - ... verás, aquí, al ser la imagen de La Universidad, necesitamos cumplir con ciertos estándares en cuanto a presencia y en cuanto a selección de candidatos que salen a representarnos... y bueno, bueno... pues....


 - ...

 Salí de ahí con fuego en la mirada. Pensando que jamás en mi existencia quería volver a saber sobre el cochino Departamento de Promoción Universitaria.

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